Lila es una cachorrona de unos 9 meses, que por desgracia, entra por segunda vez en la protectora. Ella fue una de los hermanitos que aparecieron abandonados el pasado otoño en las piscinas de Serós, con tan sólo un mesecito de vida. Todos ellos encontraron familias, y ella ha estado viviendo con una de ellas hasta ahora que nos la devuelven, ya menos cachorrita regordeta y menos 'mona, claro, aunque a nuestros ojos sigue siendo igual de preciosa Cómo voluntaria, es inevitable plantear a las compañeras la pregunta: ¿por qué? Y cuando la respuesta es "porque ha crecido y a los niños de la familia le da miedo que salte y sea movida cuando juega"…. pues, la verdad, se te acaban las ganas de seguir, por todo lo que está mal en esa respuesta. Suena a repetir una y otra vez la misma cantinela, pero es cruel, muy cruel, llevarte una cachorrita de apenas mes o 2 meses, monísima y con muchas posibilidades de encontrar una familia para siempre y devolverla cuando ya no es tan "adoptable", cuando ella ya te quiere y se siente en casa con ese tipo de respuestas. Los perros no son personajes de un videojuego, que puedes manejar a tu antojo, ni tienen un botón de on/off para desconectar cuando te cansas. No. Son seres vivos, que sienten, que tienen voluntad propia, que se mueven, que a veces hacen trastadas y en tu mano, adoptante, está el educarle, de igual modo que es tu responsabilidad educar a tus hijos. Y ya ni entrar en los valores que un comportamiento así le transmite a los niños, porque todo el mundo tiene la susceptibilidad a flor de piel cuando se habla de "sus" niños... Resiliencia, educación, adaptabilidad, respeto por el otro, fortaleza, empatia... ¿Dónde quedan? En fin, la pequeña Lila está aquí, es un amorcete de perrita y merece lo mejor, una familia que entienda que es una cachorrona, que necesita educación, comprensión, tiempo y mucho mucho amor, y aquí la esperará, con toda su inocencia, y sin entender nada, hasta que llegue.