Cada vez más profesionales recurren a la terapia asistida con perros para acompañar procesos emocionales, físicos y sociales de una forma amable y sorprendentemente eficaz. Y es que no se trata solo de “hacer actividades con un animal”, sino de entender cómo la presencia de un perro puede convertirse en ese impulso que nos ayuda a abrirnos, a participar y a sentirnos mejor casi sin darnos cuenta.
A continuación te contamos, con detalle qué es exactamente esta técnica, en qué casos puede ayudarte y por qué está transformando la forma de trabajar en tantos ámbitos.
¿Qué es la terapia asistida con perros?

La terapia asistida con perros es una intervención en la que un perro entrenado participa para mejorar el bienestar emocional, físico, social o cognitivo de una persona.
No se trata solo de realizar actividades con un animal, sino de aprovechar el vínculo que se crea entre ambos, un lazo que facilita la comunicación, reduce la ansiedad y motiva incluso a quienes suelen mostrarse más cerrados en otros tipos de terapia.
Ese vínculo afectivo, unido al entrenamiento del perro y a la guía del profesional, hace que esta técnica sea útil en psicología, educación, rehabilitación o programas para personas mayores.
| Además de los beneficios emocionales, la terapia con perros puede estimular la movilidad, mejorar la memoria, favorecer la atención y facilitar la interacción social. |
¿SABÍAS QUÉ? Convivir con animales tiene efectos reales sobre nuestro ánimo y nuestra salud. Aquí tienes un artículo donde explicamos cómo ayudan los animales a las personas. ¡No te lo pierdas!
Objetivos de la terapia asistida con perros
Los objetivos de la terapia asistida con perros se orientan siempre a mejorar el bienestar y la calidad de vida de la persona. La terapia busca:
- Reducir el estrés y la ansiedad, creando un espacio seguro y relajado.
- Mejorar el estado de ánimo, favoreciendo emociones más positivas y estables.
- Aumentar la autoestima y la seguridad personal, al sentirse acompañado y aceptado sin juicio.
- Fomentar la comunicación, especialmente en personas con dificultades para expresarse.
- Potenciar la motivación y la participación.
- Desarrollar habilidades sociales y la empatía.
- Estimular funciones cognitivas como la memoria, la atención o la orientación.
- Promover la movilidad y el movimiento en casos de rehabilitación física.
En esencia, el perro actúa como un facilitador que acompaña, motiva y ayuda a generar pequeños avances que, con el tiempo, pueden marcar una gran diferencia.
¿En qué casos se puede aplicar la terapia asistida con perros?
La terapia con perros puede utilizarse en muchos contextos distintos: desde consultas de psicología hasta colegios, residencias o centros de rehabilitación. Su gran ventaja es que se adapta muy bien a diferentes edades y necesidades, y por eso se ha convertido en una herramienta tan valiosa.
En niños
La terapia con perros para niños es una de las más conocidas, porque los pequeños suelen conectar de forma espontánea con los animales.
Entre sus beneficios más habituales encontramos:
- Aumenta las ganas de participar en la sesión.
- Reduce la ansiedad o el miedo al entorno terapéutico.
- Facilita la comunicación, incluso en niños con dificultades para expresarse.
- Ayuda a desarrollar habilidades sociales como la empatía, el turno o la cooperación.
- Mejora la atención y la organización en niños con TEA o TDAH.
La presencia del perro hace que muchos niños bajen sus defensas y se atrevan a explorar, jugar o comunicarse de una forma más natural.
En personas mayores
En personas mayores, especialmente en residencias o en casos de enfermedades neurodegenerativas, el perro se convierte en un estímulo emocional muy potente.
Sus beneficios suelen incluir:
- Reduce la sensación de soledad.
- Activa la memoria y favorece la evocación de recuerdos.
- Estimula el movimiento, incluso con ejercicios suaves.
- Fomenta la participación en actividades grupales.
- Alivia síntomas asociados a la depresión en la vejez.
En salud mental
En personas que atraviesan problemas como ansiedad, depresión, estrés crónico o adicciones, el perro aporta un apoyo estable y muy reconfortante.
Su presencia:
- Aporta calma.
- Ayuda a regular el sistema nervioso.
- Genera sensación de seguridad y acompañamiento.
- Reduce el aislamiento emocional.
En daño cerebral y enfermedades neurológicas
En casos de daño cerebral adquirido, Alzheimer u otras enfermedades neurológicas, las intervenciones con perros pueden estimular áreas cognitivas que a veces no responden a otros métodos.
Suele observarse que:
- Mejora la orientación y la conexión con el presente.
- Se activan recuerdos y experiencias personales.
- El dolor postoperatorio puede percibirse como menor.
- Se mantienen funciones cognitivas activas durante más tiempo.
El perro aporta estímulo, compañía y una fuente constante de motivación, lo que favorece pequeños avances muy valiosos para el día a día.
Además de la terapia asistida con perros, existen otros enfoques dentro de las intervenciones asistidas con animales, como la terapia con gatos. Si te interesa, puedes descubrir más en este artículo: Terapia con gato: qué es y cómo funciona.

Razas de perros de terapia más utilizadas
Una de las preguntas más frecuentes es si existen razas de perros de terapia más adecuadas que otras. La realidad es que cualquier perro, independientemente de su raza o procedencia, puede llegar a ser un magnífico perro de terapia… siempre que cumpla con ciertas características de temperamento y comportamiento.
No obstante, algunos perros suelen aparecer con más frecuencia porque, de manera natural, reúnen las cualidades necesarias para estas intervenciones:
- Golden Retriever.
- Labrador Retriever.
- Caniche (Poodle).
- Cavalier King Charles Spaniel.
- Border Collie.
Pero insistamos en lo esencial: la raza no determina la capacidad terapéutica. Hay perros mestizos que, tras una historia difícil, desarrollan una sensibilidad y una capacidad de conexión excepcionales.
| ¿Qué cualidades debe tener un perro de terapia? Para que un perro participe en sesiones terapéuticas debe ser: |
|---|
| Equilibrado y seguro, capaz de mantener la calma ante estímulos nuevos. |
| Cariñoso y sociable, disfrutando del contacto físico y de la interacción humana. |
| Confiable, de manera que el paciente se sienta cómodo y tranquilo. |
| Sin miedos, ya que la inseguridad puede generar estrés para el animal y para la persona. |
| Inteligente y trabajador, dispuesto a aprender ejercicios y disfrutando del entrenamiento. |
| Motivado, porque la terapia debe ser también una actividad placentera para el perro. |
El entrenamiento, siempre en positivo, garantiza que el animal participe por gusto y no por obligación, algo fundamental en su bienestar.
Cómo se entrena a un perro para terapia asistida
Detrás de cada sesión de terapia asistida con perros hay un proceso de entrenamiento cuidadoso y siempre respetuoso con el bienestar del animal. El objetivo es que el perro disfrute de su trabajo y se sienta seguro en cualquier situación.
El entrenamiento suele incluir:
- Socialización amplia para que el perro se acostumbre a distintos espacios y situaciones.
- Obediencia básica, imprescindible para trabajar con seguridad y confianza.
- Exposición a entornos terapéuticos, con objetos, rutinas y dinámicas habituales.
- Ejercicios específicos según la terapia: transportar objetos, acompañar al paciente, participar en juegos cognitivos, etc.
Durante todo el proceso se realizan revisiones para asegurar que el perro está bien y responde adecuadamente.
| Aunque no existe una regulación única global, diferentes asociaciones y entidades especializadas certifican a los perros de terapia y a los profesionales que los guían. Estas certificaciones garantizan intervenciones seguras, éticas y respetuosas para ambas partes: persona y perro. |
¿Cómo empezar una terapia asistida con perros?
Para iniciar una terapia asistida con perros es importante hacerlo con profesionales cualificados para asegurar que la experiencia sea segura, ética y realmente útil. Estos son los pasos básicos:
- 1. Identificar la necesidad o el objetivo terapéutico.
Antes de empezar, conviene tener claro qué se quiere trabajar: ansiedad, habilidades sociales, estimulación cognitiva, rehabilitación física, etc. Esto ayudará a elegir el programa adecuado. - 2. Buscar un centro o profesional especializado.
No todas las actividades con animales son terapias. Es esencial acudir a entidades certificadas y equipos formados en intervenciones asistidas con perros. - 3. Realizar una primera evaluación.
El profesional valorará la situación de la persona, sus necesidades, sus capacidades y si la terapia con perros es la mejor opción para ella en ese momento. - 4. Conocer al perro y al equipo humano.
La conexión entre la persona y el perro es clave. En la primera sesión suelen presentarse, interactuar y comprobar si existe una buena sintonía. - 5. Establecer un plan de sesiones personalizadas.
El terapeuta diseñará un programa adaptado al ritmo y objetivos de la persona. Las actividades pueden variar según la edad, el estado emocional o la capacidad física. - 6. Hacer seguimiento y valorar avances.
Con el tiempo, se irán observando pequeños cambios: menos ansiedad, más motivación, mejor comunicación, mayor participación… El profesional ajustará la terapia cuando sea necesario.
Conclusión
La terapia asistida con perros se ha convertido en una herramienta capaz de acompañar procesos de forma cercana, motivadora y profundamente humana. Su fuerza no reside solo en los ejercicios que se realizan, sino en el vínculo que se crea con el animal, un vínculo que aporta calma, seguridad y una forma diferente —más amable— de conectar con uno mismo y con el entorno.
Tanto en niños como en adultos, personas mayores o quienes atraviesan dificultades emocionales, físicas o cognitivas, el perro actúa como un facilitador que abre puertas y favorece pequeños avances que pueden marcar una gran diferencia. Es una terapia sencilla en apariencia, pero con un impacto profundo y real en la calidad de vida.
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