Es tan antiguo el linaje del Pekinés que su cuna se pierde en el Tibet, según algunos autores, o en el sureste asiático, según otros, que lo hacen descender del perro de las turberas. Hace ya 1500 años existían en China perros enanos similares a los actuales Shih Tzu y a los Épagneuls. El mítico perro budista Foo tenía una cara similar al pekinés por lo que seguramente la cruza de estas razas obtuviera la del Pekinés también llamado Épagneul de Pekín. Comprobado está que la crianza y posesión de estos perros estaba circunscrita a los palacios reales.
La creación de la actual raza se le atribuye a la emperatriz viuda Tsu Hsi, quien promulgó edictos dando instrucciones de cómo debía ser este perro. Se recomendaba que poseyera un collar de pelos que realzara su dignidad, unas extremidades anteriores arqueadas para que no pudiera correr y se alejara de los recintos imperiales, un pelaje del color del león, una talla pequeña para poder llevarlo dentro de la amplia manga de los vestidos en uso…e incluso se daban instrucciones para su alimentación, muy peregrinas por cierto: aletas de tiburón, hígados de chorlito y pechugas de codorniz.
Entre 1820 y 1850 alcanzó su apogeo el culto al pekinés, contándose por millares pero siempre respetando la elite de sus dueños, Emperadores de China que vedaban severamente su exportación y en caso de robo de algún ejemplar la pena era la muerte. La rebelión de los boxers, en 1860, fue la causa que los puso en libertad. Aunque durante el saqueo de Pekín por las tropas Anglo-francesas se había dado la orden de aniquilar a todos los perros reales para que no cayeran en manos de extranjeros, 4 ejemplares del Palacio Real de Verano fueron salvados y enviados a Inglaterra. Uno de ellos fue a parar a manos de la reina Victoria y los tres restantes quedaron en poder del duque de Richmond. La crianza del Pekinés en Gran Bretaña comenzó posteriormente con la obtención de otros ejemplares y se extendió a Europa y América y, paradójicamente, aquellas tropas fueron quienes salvaron a ésta raza.
Prescindiendo de su historia el Pekinés se gana el afecto de su amo por sí mismo puesto que es leal, cariñoso, travieso y digno, esta dignidad lo lleva en ocasiones a desobedecer las órdenes que recibe. Su decidida personalidad, que le hace dormir en cojines de seda y aceptar las atenciones como algo que le es naturalmente debido, le ha hecho acreedor a los mejores puestos en el orden de preferencia de todo el mundo.
Aspecto general del Pekinés
Perro pequeño, de miembros cortos, enano, de cuerpo robusto y osamenta fuerte.
- Cabeza maciza, cara bien aplastada vista de perfil. Cráneo plano y ancho entre las orejas, nunca abovedado, con un surco muy pronunciado y lleno de arrugas. Stop muy marcado. Hocico ancho, chato y muy fruncido. Nariz situada alta, casi entre los ojos. Ojos grandes, redondos, brillantes, oscuros y prominentes. Orejas de inserción no muy alta, colgantes, con largos y abundantes flecos.
- Cuerpo corto. Cuello más bien corto y grueso. Línea dorsal recta. Pecho ancho, con el esternón bajo entre los antebrazos, nunca por encima de ellos. Costillas muy arqueadas.
- Extremidades anteriores cortas, gruesas, de osamenta pesada y arqueadas a partir del codo. Hombros sólidos. Extremidades posteriores de osamenta más fina pero sólidas y aplomadas. Corvejones bajos, robustos pero no torcidos.
- Pies grandes, aplastados, no redondos, que reciben todo el aplomo del animal; los anteriores están ligeramente vueltos hacia fuera.
- Cola de arranque alto, con franjas abundantes que se mueven en vaivén cuando camina y llevada enroscada ligeramente sobre el lomo.
- Manto: Pelaje de todos los colores, (excepto albino y cárdeno) y con toda clase de manchas bien definidas. Tiene preferencia el rojo, cervato, negro, negro y canela, marta y atigrado. Rayas oscuras en dirección a las orejas. Pelo largo, derecho, basto, no ondulado ni rizado. Crin abundante, chorrera y franjas bien pobladas en las orejas, las extremidades, los muslos, la cola y los pies. Vello espeso, recto y suave.
- Talla máxima de 25 cm. Peso de 2 a 8 kg.
- Problemas de salud: sus ojos prominentes dejan las corneas muy expuestas y suelen tener úlceras más severas que las de otras razas. También son frecuentes las afecciones de la columna, como artrosis y hernias de discos intervertebrales.