Seguro que en algún momento de tu vida te has quedado fascinado al ver alguna de las flores de esta increíble familia, las orquídeas.
Es uno de los grupos de plantas de flor más grandes que existen e incluyen muy diferentes tipos de plantas que se encuentran repartidas por casi todo el planeta.
Como curiosidad, comentaros que la palabra orquídea proviene del griego orchis, que significa testículo, ya que hace referencia a la curiosa forma de los tubérculos dobles que presentan las orquídeas terrestres que recuerdan a los testículos. Aunque te cueste creerlo es fácil poder tener en casa algunas de estas orquídeas. Sus cuidados son sencillos y solamente tenemos que perderle el miedo.
Hoy en día las variedades más comerciales están adaptadas para que podamos disfrutar de ellas a lo largo de todo el año.Es como mantener cualquier otro tipo de planta,con luz, agua, abono y mucho cariño podremos disfrutar de nuestras orquídeas durante muchos años.
Luz
Como en todas las plantas, es uno de los factores más importantes a la hora de garantizar el correcto desarrollo de nuestras orquídeas. Como normal general, las orquídeas son plantas que necesitan mucha luz pero no sol directo.
Al estar normalmente ubicadas dentro de nuestra casa es importante evitar que el sol incida directamente sobre la planta ya que por lo general este sol entra a través de las ventanas lo que multiplica su potencia provocando quemaduras en las hojas y flores de las plantas.
Durante los meses de otoño e invierno los primeros rayos de sol del día o los últimos de la tarde pueden ser beneficiosos para nuestra orquídeas ya que a esas horas su fuerza es menor.
Riego
Es uno de los puntos clave para el correcto crecimiento de nuestras plantas por lo que es muy importante la calidad del agua con la que reguemos. No es recomendable usar agua del grifo, sobre todo en algunas partes de España, debido a la dureza de la misma por lo que se recomienda usar aguas minerales de baja mineralización y regar siempre con agua a temperatura ambiente. Tenemos que tener en cuenta que en su medio natural las aguas suelen ser blandas y con pocos minerales.
El modo de regar las orquídeas es muy sencillo, podemos hacerlo con una regadera o por inmersión introduciendo la maceta durante 30-40 segundos en un recipiente que cubra dos tercios de la maceta. En ambos casos es muy importante dejar que escurra bien el agua una vez hayamos terminado de regar y nunca dejar agua debajo de la maceta en un plato ya que las raíces acabarían por pudrirse. Como norma general hay que tener en cuenta que las orquídeas toleran mejor una falta de riego que un exceso de agua. Además, si la planta necesita agua las hojas nos avisarán ya que tienden a languidecer.
También es importante, si la zona en la que vives es seca y con poca humedad ambiental, pulverizar las hojas (nunca las flores) un par de veces a la semana para crearle las condiciones ambientales adecuadas. Si tenemos varias orquídeas colocarlas juntas es un buen truco para aumentar la humedad ambiental ya que su propia transpiración crea el ambiente adecuado.
Abonado
Las orquídeas por sus peculiares características es importante abonarlas de manera frecuente pero eso sí, con abonos específicos ya que los requerimientos de estas plantas son muy especiales, de este modo evitaremos descompensar los niveles de los nutrientes esenciales.
Es importante aplicar el abono a primera hora del día o a última de la tarde evitando de este modo las altas temperaturas y aplicando siempre la dosis recomendada por el fabricante ya que un exceso de abono puede provocar graves daños en nuestras plantas.
Si nuestras orquídeas han pasado por un periodo de estrés existen en el mercado productos específicos para la rápida recuperación de las mismas.