Muchas personas se sorprenden ante la sola idea de que una serpiente o una iguana puedan tener una “personalidad” definida. Acostumbrados a interactuar con mamíferos, como perros y gatos, que son tan expresivos, no encuentran ningún rasgo en la cara impávida de un reptil que pueda indicar un sentimiento o estado de ánimo.
Sin embargo, si uno se toma el trabajo de observarlos puede ver como cambian sus modos ante distintas circunstancias. A veces se trata de sutiles cambios físicos, como un cambio leve en el color, o una alteración en su comportamiento o en sus patrones de sueño, la cantidad de agua que beben, con qué frecuencia toman agua o se bañan en ella. Pueden acicalarse excesivamente o dejar de hacerlo, mostrarse apáticos, mostrar unos ojos o piel opacos. A veces cambian la forma de interactuar con sus amos o con otros animales, pueden mostrarse inquietos, más activos, esconderse, moverse como si buscaran algo, volverse más sumisos o agresivos que lo habitual. Todos estos cambios nos muestran que no están a gusto con algo. Como los animales no pueden expresarse con palabras, es necesario determinar si las alteraciones se deben a cambios externos en su hábitat, a problemas internos, como una enfermedad o malestar o simplemente aburrimiento. Hay personas que saben cuando va a ocurrir un terremoto observando el comportamiento de sus reptiles, y esto se está estudiando como una buena posibilidad de aviso temprano de movimientos sísmicos.
Si tienes un reptil y pasas tiempo a diario observándolo, alimentándolo, hablándole e intentando que confíe en ti, habrás podido ver que su comportamiento va cambiando a medida que crece y se habitúa a tu presencia. Además, si tienes amigos que tienen reptiles como mascotas, podrás comprobar que no todos reaccionan de la misma manera ante los mismos estímulos.
Se han realizado estudios de comportamiento con algunos lagartos y se han descubierto diferencias individuales en su inclinación a formar grupos o a huir de la presencia de otros de su misma especie. Esta característica puede ayudar a explicar por qué algunos individuos en la naturaleza permanecen en un grupo mientras otros lo dejan y salen a explorar y conquistar nuevos territorios.
Las tortugas de tierra suelen ser más demostrativas dentro del grupo de los reptiles. Algunas muestran una gran curiosidad y les llama la atención cualquier cambio a su alrededor. Pueden aprender a acudir a la hora de comer, incluso llegan a responder a su nombre, y muestran claras diferencias en el gusto por algún tipo de alimento en particular. Se dan cuenta que la comida proviene del refrigerador y que obtienen gratificación de las personas que las cuidan. Hay tortugas muy extrovertidas que no dudan en salir al encuentro de alguien que llega a la casa, mientras que otras son más tímidas. Si has logrado domesticarla bien, una tortuga es capaz de salir a recibirte con alegría cuando regresas a casa y ofrecerte su cabeza para que la acaricies y rasques su caparazón. También se pone triste y extraña a sus compañeros humanos si se ve alejada de ellos por algún tiempo.
Dentro del grupo de los lagartos en cautiverio, las iguanas y algunos monitores son los más inteligentes. Ellos pueden aprender de la experiencia y reconocer patrones simples de causa y efecto. Un herpetólogo reportó haber visto una iguana golpeando un árbol con su cola hasta que dos frutas cayeron al suelo y así pudo alcanzarlas y comerlas.
Al igual que ocurre con los mamíferos, puedes educar a tu reptil para que sea más agradable y tolerante con las personas. Todo se reduce a un contacto delicado y cariñoso a diario, hablándole mientras lo alimentas o usando una música suave y tranquilizante. Comienza con acercarte a su jaula solo para alimentarlo y asearlo, y cuando veas que tolera esto sin asustarse, recién ahí intenta tocarlo, lentamente y con mucha suavidad. Si quieres tener un reptil “domesticado” escoge uno que no parezca asustado ni agresivo cuando vayas a buscarlo a la tienda, pero no elijas uno demasiado tranquilo o sumiso, pues puede estar enfermo. Siempre recuerda que son animales de temperamento salvaje y bastante primitivo. Según su personalidad puede ser que a pesar de todos tus esfuerzos no logres nada más que acepte que lo alimentes, pero no que lo toques. Ten en cuenta que por más sociable que sea tu reptil debes esperar recibir una mordida alguna vez.
Las caricias no son un comportamiento natural entre los reptiles, pero muchos de ellos desarrollan un gusto por ser acariciados o rascados suavemente por sus dueños. ¿Cómo te das cuenta si le gusta o no? Es sencillo, sabes que le gusta cuando no intenta huir de ti, si notas que se relaja o se duerme mientras lo acaricias, si se queda esperando más cuando te detienes y si no demuestra enojo o rechazo cuando acercas tu mano.
El área del comportamiento de los reptiles es un tema que todavía está en estudio y hay muchas cosas que se desconocen. Hay muchos dueños que reportan que sus lagartos han aprendido trucos, se han domesticado o han desarrollado una personalidad muy marcada, manifestando claramente su enojo, celos o placer. Hay muchos otros casos en que pese a los esfuerzos y tiempo invertidos en ellos, no se puede lograr un acercamiento. Esto demuestra que cada individuo tiene rasgos de personalidad diferentes, que puede que sean de origen genético, por respuesta a experiencias vividas o, lo más probable, una sumatoria de ambos factores.
Tuve un mato (Tupinambis) que habitaba en una pequeña cueva elaborada por él. Mi casa está rodeada por los cuatro costados, de cultivos. En el patio trasero tengo gallinas y gallos. Muy posible que eso atrajo al mato a mi casa, no obstante nunca se alimentó de las aves o sus huevos. Todos los días, a las 12 del medio día le tiraba por la ventana de la cocina, un huevo pasado por agua caliente. Puntualmente siempre llegó a la hora. Noté que prefería la yema y dejaba restos de la clara. El animal paseaba por todo el contorno de la casa. No intentaba acercarme a él, sin embargo, no se alteraba con mi presencia. Pronto decidí alimentarlo personalmente al medio día, y funcionó. Por fuera, en el patio y próximo a la ventana de la cocina, coloqué una tabla en el suelo y ofreciéndole la yema de huevo, vino directamente a mí, montándose en la tabla y comía de mi mano. Durante 3 años vivió en casa, hasta un día que no volvió, no supe qué ocurrió.
El mato abunda por aquí y realmente es sociable, domesticable e inteligente. Conozco un vecino que tiene gallinas para la venta, el señor las procesa listas para cocinarlas, las vísceras la arrojaba al patio, a un metro o menos y de inmediato aparecían los matos halando entre ellos las tripas con fuerza y rapidez, un verdadero espectáculo único.
Saludos desde Venezuela.
No estoy de acuerdo con que se enjaulen a los reptiles, por el sólo hecho de tener el placer de tenerlo como mascota. Ellos, como las aves y otros animales, nacieron para ser libres y vivir en su habitat natural.