Cómo preparar a tu perro para la llegada del bebé

Los perros y los niños son en la mayoría de los casos excelentes amigos. Disfrutan mucho de pasar tiempo juntos, jugar, pasear y además algunos perros se convierten en fieles guardianes de sus amos más pequeños. Generalmente esta relación se da naturalmente, sin que haga falta intervenir en absoluto, pero siempre es conveniente estar preparado desde antes para establecer una buena base para que esta amistad dure muchos años.

Cuando traes un cachorro a la casa no suele haber problemas de adaptación. La situación suele ser más delicada cuando el perro adulto ya vive en la casa y llega el primer bebé. Por lo general los perros han sido los “hijos únicos” durante un tiempo, muy mimados (a veces malcriados) y la llegada del bebé provoca un cambio bastante drástico en sus vidas (¡y las de todos en la casa!). Es importante hacer este cambio lo menos brusco posible, cosa que no es tan difícil si piensas que tienes casi nueve meses para hacer los cambios necesarios en las rutinas de la casa.

Lo primero que hay que hacer es analizar los hábitos del perro y decidir cuáles tendrán que cambiar cuando llegue el bebé. Muchos padres ya no querrán que entre a la zona de los dormitorios, o que se suba a los sillones y otros más drásticos le harán vivir solo en el jardín. Esto debe hacerse en forma gradual y mucho antes del nacimiento, así el perro no asocia al bebé con algo desagradable para él.

Es muy recomendable educar al perro para que aprenda por lo menos a sentarse, quedarse quieto y caminar con la correa sin tironear. Imagina qué útil te resultará tenerlo bajo control cuando quieras andar por la casa con el bebé o necesites que él esté inmóvil a la hora de hacer las presentaciones. También enséñale a no saltar para saludar. Si logras que tu perro camine tranquilamente por la calle, podrás llevarlo a pasear junto con la carriola, lo que será una excelente manera de que el perro adore estar con el bebé.

Piensa como va a cambiar el tiempo que puedas dedicarle a tu mascota. Esto no significa que vas a quererlo o cuidarlo menos, pero ciertamente tendrás menos tiempo disponible para él y para muchas otras cosas. Si los paseos serán más cortos, por ejemplo, comienza a reducir el tiempo gradualmente para que se vaya acostumbrando y no se sienta inseguro. Siempre ayudan alguna golosina o grandes dosis de mimos extra para hacerle sentir bien.

Finalmente llega el día en que el bebé hace su entrada al hogar. Es importante no estar nerviosos en ese momento; hay que dejar que el perro salude a la madre que ha estado ausente durante unos días y que ella le demuestre su cariño como siempre, así que el padre puede encargarse del niño al entrar. Seguramente se sentirá intrigado y querrá husmear de qué se trata. Si te sientes tranquilo con el perro, puedes dejarlo oler al bebé, pero ponle collar y correa por si tienes que sujetarlo. Si no estás seguro, es mejor que se siente y lo observe desde una corta distancia, luego le das una golosina por haberse comportado bien. No los dejes solos en la misma habitación hasta que hayas visto que el perro no tiene ninguna reacción inadecuada.

Los niños recién nacidos no interactúan mucho con el perro, de modo que no hay riesgo de que pueda hacerle daño y solo debe acomodarse todos a los cambios en las rutinas. Procura atender al perro en los horarios a los que está acostumbrado para que se adapte sin sobresaltos a la nueva situación.

La mayoría de los perros supera este cambio en su vida con un poco de tiempo y paciencia. Si el tuyo tiene antecedentes o muestra signos de agresividad y no puedes controlarlo, lo mejor será que recurras a un especialista en comportamiento o un adiestrador profesional con muy buenas referencias.

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